El secreto de los bhungas

Patrimonio

October 27, 2015

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Destino la India

Enero-Febrero 2015



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bungus

Con sus grandes tejados de bálago y sus coloridos decorados, las casas redondas de Banni (Guyarat) representan uno de los elementos inolvidables del paisaje kutch. Tras el horrible terremoto del 2001, el bhunga tradicional supo también probar sus cualidades arquitectónicas y afirmarse como la vivienda más adaptada a su región árida y sujeta a una fuerte actividad sísmica.

Sobre las interminables llanuras del Kutch, las pequeñas aldeas con sus abundantes colores y los miles de reflejos de los espejos ofrecen un increíble contraste con la monotonía del paisaje. La silueta del bhunga, la casa redonda y colorida que llena de encanto los pueblos kutch, representa un elemento que marca los paisajes desérticos de esta región del noroeste de Guyarat.

Fue tras el terrible terremoto del 2001 cuando los arquitectos locales y la comunidad científica internacional empezaron a centrarse en esta vivienda original que acababa de demostrar sus capacidades de resistencia sísmica. Hasta ese momento, las construcciones vernáculas kutch encantaban a los turistas de paso y a los enamorados de las técnicas artesanales locales tradicionales. En el 2001, el bhunga demostró hasta qué punto una vivienda sencilla y surgida de los recursos locales estaba adaptada a las condiciones climáticas y geológicas de su entorno. Cuando el seísmo del 26 de enero de 2001 devastó la región, 400 mil viviendas fueron destruidas, y 20 mil vidas perdidas tanto del lado indio como del pakistaní (según el USGS).

En Banni, sin embargo, al norte del Kutch, numerosos bhungas sobrevivieron a la catástrofe, y los que resultaron dañados contribuyeron a menudo a salvar a sus habitantes del desastre.

La región es muy sensible a la actividad tectónica local, sujeta al empuje continuo de la placa india contra la placa asiática. Las sacudidas sísmicas resultantes activan de forma regular la falla intraplaca del Kutch, provocando frecuentes terremotos de alta magnitud, que conllevan daños considerables: el terrible seísmo de 1819 hizo aparecer la falla en la superficie, creando un escarpado de 6 a 9 metros de alto y de entre 60 y 70 kilómetros de largo. Se le llamó el Allah Bund, o el Muro de Dios.

En el 2001, un seísmo de magnitud 7,8 sacudió el Kutch con tal intensidad que las sacudidas se sintieron a miles de kilómetros. Numerosos bunghas, sin embargo, salieron indemnes de la catástrofe, mientras que las viviendas en adobe rectangulares y otras construcciones modernas en cemento se derrumbaron o sufrieron daños estructurales importantes. Diversos estudios del terreno se llevaron a cabo para identificar las propiedades antisísmicas de la vivienda vernácula kutch.

Según estos informes, son tanto las cualidades de los materiales como la forma de la construcción los que dan a los bhungas sus cualidades estructurales.

 

Decoración en arcilla de una habitante de Bhirandiyara en el Kutch & Muro interior de un bhunga con un decorado en relieve de arcilla y fragmentos de espejos

Decoración en arcilla de una habitante de Bhirandiyara en el Kutch & Muro interior de un bhunga con un decorado en relieve de arcilla y fragmentos de espejos

 

Cocina a la sombra de un bhunga; bhunga en construcción; retrato en Banni

Cocina a la sombra de un bhunga; bhunga en construcción; retrato en Banni

Una construcción sencilla

El bhunga es una pequeña construcción redonda en tierra cruda y tejado de bálago. Su diámetro interior no sobrepasa los seis metros, y la extensión de la superficie habitable se efectúa por la yuxtaposición de otro bhunga sobre la misma plataforma. Se trata de un armazón simple que no requiere la intervención de artesanos especializados: son los propios habitantes los que los construyen, transmitiendo así de generación en generación las técnicas de construcción. Poco menos de un mes es suficiente para construir un bhunga. En general, los muros se elevan con ayuda de adobes (ladrillos de tierra cruda secados al sol) fabricados en el propio lugar mediante tierra arcillosa de Banni (se utilizan varias técnicas de construcción en tierra cruda en el Kutch, como la tierra maciza o el adobe).

Se instala una única entrada, una puerta maciza de madera esculpida. Los gruesos muros sujetan una enorme viga central, sobre la que reposa un poste que sostiene las vigas colocadas de forma circular. La cobertura del tejado se realiza con la ayuda de ramas de khipado, un arbusto común en esta región árida. El bálago debe cambiarse cada cinco años. No ofrece una buena protección contra las precipitaciones, pero la escasez de lluvias de temporada y la disponibilidad de este material justificaban hasta ahora su uso. Hoy, el desarrollo de la economía y los transportes permite que los habitantes de Banni importen otros materiales de construcción, y la teja sustituye a menudo de forma beneficiosa al bálago.

La forma circular del bhunga representa su principal ventaja frente a las sacudidas sísmicas. Su pequeño tamaño también es un punto a su favor, y hace que sea una construcción mucho más resistente que los edificios de superficies cuadradas o rectangulares y las habitaciones de gran tamaño con amplitudes demasiado importantes. De hecho, los materiales utilizados para la construcción del bhunga le proporcionan una elasticidad que no tienen los edificios construidos en hormigón o cemento. Más que resistir a la sacudida, el bhunga la acompaña. Los estudios arquitectónicos realizados sobre el bhunga también han sabido demostrar sus cualidades climáticas. Su forma redonda permite que los rayos del sol sólo lleguen a la fachada en un momento determinado, y sólo en línea vertical. Esta zona se desplaza durante todo el día y previene el recalentamiento de la totalidad de la fachada, algo que ocurre en las construcciones rectangulares. Los gruesos muros en tierra, la forma cónica del tejado y las pocas aperturas ayudan a conservar la frescura en el interior de la vivienda. De este modo, el bhunga representa una habitación con temperaturas que invitan al descanso, mientras que el clima árido de Banni hace que las temperaturas suban fácilmente hasta los 45º en verano. Ningún edificio en hormigón puede rivalizar con estas propiedades.

La riqueza de la decoración

A primera vista, lo que más marca a esta forma arquitectónica única es la extraordinaria riqueza de los elementos de decoración tanto interior como exterior. El muro de adobe está recubierto de una capa que luego se decora con pintura, arcilla y pequeños espejos. Mientras que los hombres se encargan de la construcción del cuerpo de la vivienda, son las mujeres las que trabajan para su embellecimiento. Los muros de los bhungas presentan un número infinito de técnicas y motivos ornamentales típicos de cada comunidad. Algunos bhungas están pintados con ayuda de pigmentos arcillosos naturales, mientras que otros se trabajan en relieve con ayuda de arcilla y de fragmentos de espejos. Estas técnicas y el vocabulario decorativo extremadamente rico favorecen la creación de muros cargados que transforman a cada bhunga en una verdadera obra de arte.

A estas decoraciones se añaden tejidos bordados que adornan la puerta de entrada y sirven de mobiliario. Las poblaciones de Banni y los rabari ya son conocidos por sus cualidades de bordadores y la riqueza de sus vestidos, adornados con los mismos pequeños espejos y motivos coloridos. El paralelo entre las decoraciones arquitectónicas y los motivos bordados es asombroso: como el vestido, el bhunga parece representar el traje de la familia.

En las aldeas de Banni, la estructura de los espacios ocupados es, de hecho, representativa de la organización social. Se empieza primero por construir una amplia plataforma que protegerá las viviendas de las inundaciones durante el monzón. Aunque no llueva todos los años cerca del gran Rann (o pantano salado del Kutch), la región se inunda rápidamente en caso de lluvia a causa de la poca capacidad de infiltración del agua en el suelo arcilloso. La plataforma está reservada para una familia, que toma la iniciativa de construir un bhunga adicional cuando se crea una nueva célula familiar. De esta forma, una aldea está compuesta de varias plataformas familiares, sin que haya realmente espacios comunes. Cuando el número de habitantes es demasiado grande para los recursos existentes, las nuevas familias se van para crear una nueva aldea. Así, Banni está salpicado de pequeñas colonias, implantadas según los recursos de agua potable y las superficies disponibles para apacentar a los rebaños. Como la salinidad del suelo y la aridez del clima no permiten la actividad agrícola, las poblaciones de Banni viven, en su mayoría, de la ganadería.

Sedentarización precoz

El modo de vida y el patrimonio cultural que comparten estas comunidades con los rabari y los maldhari, los nómadas del Kutch, de Sindh y de Rajastán, parecen designar un origen común. La sedentarización precoz de algunas de estas comunidades pastorales ha cristalizado en la región de Banni una cultura llena de colores. Las comunidades rabari y maldhari vivían tradicionalmente de un sistema itinerante de ganadería que les permitía aprovechar los pastos reverdecidos tras la temporada de lluvias. Hacían circular sus rebaños de dromedarios, corderos y cabras, y más recientemente de vacas y búfalos, según los diferentes itinerarios entre Sindh, Rajastán y Guyarat y Madhya Pradesh. Se reunían en el Kutch durante la temporada de lluvia y después ponían a pastar a sus rebaños en los campos recién segados de las regiones de los alrededores. Esta armonía ancestral entre agricultores sedentarios y ganaderos nómadas permitía limpiar los campos tras las cosechas y fertilizarlos, al mismo tiempo que se alimentaba a los rebaños. Hoy, las transformaciones que afectan al modo de producción agrícola han hecho que este sistema sea caduco, obligando a los rabari a encontrar tierras no explotadas y a sedentarizarse. Son numerosos también los que abandonan la ganadería para buscar un trabajo en las zonas industriales del Kutch y los centros urbanos en pleno desarrollo. Aunque muy pocos rabari siguen viviendo según su modo de vida tradicional nómada, a veces se ve todavía en el Kutch a comunidades recorriendo la región en busca de tierras donde pastar entre espacios cultivados, zonas industriales en fuerte expansión y vías de comunicación cada vez más numerosas (para más información sobre los rabari del Kutch, pueden ponerse en contacto con el antropólogo Matthieu Salpeteur: matthieusalpeteur@hotmail.com).

 

Alto rabari cerca del Rann

Alto rabari cerca del Rann

Estos rabari siguen haciendo gala de sus ropas tradicionales, coloridas y cargadas de motivos bordados, parecidos a los bordados y los relieves de arcilla de Banni. En Banni, el paisaje arquitectónico ha sido radicalmente transformado por la cantidad de proyectos de desarrollo nacionales e internacionales puestos en marcha desde hace unos veinte años. Algunas iniciativas han sabido realzar la riqueza de una arquitectura ancestral y promover sus cualidades. Algunas ONG han animado a la construcción de bhungas mejorados gracias, especialmente, a materiales de cobertura más adaptados, como las tejas. De hecho, en Banni y al sur del Kutch es posible ver todavía antiguas aldeas que poseen bhungas tradicionales, o incluso visitar los pueblos reconstruidos post-seísmo según las técnicas tradicionales. Es precisamente el caso de Shâm-e-Sarhad, donde es posible alojarse en uno de los magníficos bhungas pintados y decorados por los locales, o también en el ecomuseo de Kharoi (cerca de Bachau), cuyo pueblo kutch fue edificado por los habitantes de Bhirandiyara en Banni según las técnicas ancestrales. Estas iniciativas han permitido revalorizar un patrimonio y unas habilidades locales que, gracias al creciente interés de los locales y los turistas podrán, esperemos, realizar una exitosa transición cultural.

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